lunes, 20 de junio de 2011

La mirada del autor

Cuando ella me comentó que quería adaptar mis relatos a teatro, dije que sí, pero poco convencido. No lo estaba no porque no quisiera, sino porque no veía posible hacerlo, al menos siendo fiel a las historias originales. Ella, convencida, me decía que se podía hacer algo interesante. El proyecto empezó a rodar y a rodar, pero yo seguía sin verlo. Cierto día me mostró las adaptaciones de las tres primeras historias, no recuerdo bien si primero una, y luego las demás, eso da igual. Me gustaba lo que leía, eran las mismas historias, pero adaptadas perfectamente a teatro. "¿Y cómo has resuelto esto? ¡Hay un salto temporal!", preguntaba yo. "Es muy sencillo, aquí hacemos esto, metemos esto otro por aquí, y ya está", contestaba ella. Yo, convencido, asentía. Y así le fui preguntando cómo había solucionado cada uno de los inconvenientes que yo veía para hacer la adaptación, y sí, todos estaban resueltos magistralmente. Llegó la hora de la verdad: casting de actores, participación de gente que quería ayudar... ¡iba en serio! Se decidió quitar una historia (quizá funcione mejor adaptada como una única obra, quién sabe) y tuvimos que retomar una idea suya que empezamos juntos y que abandonamos; su insistencia nos hizo llegar al final y construimos juntos "La Esquela". Así pues, ya teníamos las cuatro historias: "Etapas" (la única que un reducido grupo de personas conocía), "La ira de Mateo", "Yo sólo buscaba a Frank Sinatra" y la citada "La Esquela". ¡Ya había montaje!

Los ensayos, la búsqueda de espacios, el atrezzo, el enorme trabajo escenográfico, es decir, TODO (lo pongo con mayúsculas porque se lo merece), se lo ha currado ella. Yo escuchaba atento la evolución de las cosas. Yo no podía ir a los ensayos, me quedaban lejos del trabajo y dentro del horario del mismo. Por eso el día que vi los primeros ensayos grabados me emocioné, ¡uno de mis personajes había cobrado vida! Ya había conocido a Andrés en "Los Miserables", pero hasta que no lo vi interpretando al protagonista de "Etapas" no fui consciente de lo que estaba pasando.

La primera vez que pude ver la obra completa fue en el ensayo general antes del estreno, y me lo tiré haciendo fotos, ¡primer ensayo con luces, vestuario y escenografía! Un par de horas después estaba sentado en la misma sala, esta vez como espectador, y rodeado de muchísima gente (para mí era muchísima): los amigos de siempre que nunca fallan, los amigos que te cuesta más ver, la familia, gente que creías que no acudiría e incluso gente que hacía mucho tiempo que no veías. Venidos desde distintos puntos y provincias, dispuestos a ver el resultado de meses de trabajo de Vanessa y al fin y al cabo, dispuestos a conocer a tus personajes, a tus creaciones. Esa noche cobrarían vida.

Los actores son quienes se suben al escenario y defienden las historias y los personajes, son los que dan la cara. El teatro es así. Todos son importantes: la directora con su enorme trabajo, la gente de luces, los que cargan (cargamos) los bultos, pero a ellos mirarán y a través de ellos conocerán nuestro trabajo. Ellos, totalmente identificados con los personajes, creen en el proyecto. Por eso doy las gracias a Marina, Andrés, Francisco, Ángela, Edurne y Natalia. Contemplándolos allí, sobre el escenario, sentí que por fin había cumplido un sueño: estaba ofreciendo al público lo que había escrito, ¿no es éste el fin último del escritor? Igualmente doy las gracias a Ana, ¡ella ilumina nuestro camino!

Sentí no miedo, pero sí inquietud, por saber qué pensarían los demás sobre las historias. Lo mire como lo mire, estaba ofreciendo parte de mí al público. Yo me preguntaba qué pensarían ellos cuando la historia diera tal giro, pensaba en ciertas cosas que escribí que tienen un origen común con gente que estaba viendo el espectáculo. De alguna forma estaban juzgando mi trabajo en particular y nuestro trabajo en conjunto. Yo me sentí implicado, con unos nervios como los que tendrían los actores allí arriba. Por fin mis personajes estaban vivos.

Y todo salió bien. Me quedo con esta sensación de haber empezado algo bonito e interesante. Espero que podamos continuar. No quiero poner una meta, sólo avanzar. Ya es bastante lo que hemos recorrido, pero no nos conformamos, ¿verdad chicos?

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